Thursday, August 02, 2007

REPORTES DE PRENSA Y NARRATIVAS DEL MALECONAZO DEL 5 DE AGOSTO DE 1994

Imagenes del Maleconazo

Compilación de Articulos y Testimonios
Por: El Compañero

Fuentes:

PERIODICOS

New York Times
Sun Sentinel
The Gazette
La Opinion
The Windsor Star
AFP
Reuters
Cubanet

TESTIGOS PRIMARIOS

Dayami Castillo
Gladys Gonzáles
Jesús Yanez
Ana
Fotografo de la AFP
Miguel Cabrera Peña
Ileana Curra

--
Por César Leante
Madrid
La Ilustración Liberal
Libertad Digital
España
Info-Search:
Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Julio 21, 2004

EL MALECONAZO: REVUELTA CONTRA CASTRO

Por César Leante
Madrid
La Ilustración Liberal
Libertad Digital
España
Info-Search:
Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Julio 21, 2004

Como Cuba vive de crisis en crisis (o mejor, en una crisis perpetua), treinta y dos años después de la de los misiles (octubre de 1962), tuvo lugar la de los balseros. Si bien venía goteando desde 1981, cuando se produjo la estampida de 125.000 cubanos por el pequeño puerto de Mariel, la gota se hizo otra vez torrente en julio de 19941. El 13 de ese mes (hacia las 2 de la madrugada) un viejo remolcador, el Trece de marzo, era abordado en la bahía de La Habana por unas setenta personas, entre las que había mujeres y niños. Desde que enfiló hacia la boca del puerto, el remolcador comenzó a ser seguido por un barco "bombero" -de los empleados para apagar incendios en el mar-, pues la fuga era conocida por la policía al haber introducido ésta espías entre el grupo que había planeado la huida del país. Es más, había llegado a oídos del propio Castro, y éste decidió dar un "escarmiento" ejemplar. Pudo haber abortado la operación deteniendo a los que pretendían fugarse o impidiéndoles que se embarcaran. Pero no lo hizo. Prefirió una acción que según sus cálculos pondría fin de una vez por todas a las salidas ilegales de Cuba mediante el robo de embarcaciones. Y dio la increíble orden de hundir aquel viejo barco con todos los pasajeros que llevaba dentro. Fue hundido por lanchas torpederas de la Marina de Guerra cubana, pereciendo cuarenta personas.

Pero ni siquiera este sanguinario escarmiento detuvo a los que querían escapar del país. Así, a menos de quince días del trágico suceso, el 26 de julio, fecha en que se conmemora a bombo y platillo el ataque al cuartel Moncada, "inicio de la revolución", un grupo de personas secuestró a punta de pistola una lancha de pasajeros de las que hacen la travesía entre La Habana y las cercanas poblaciones de Regla y Casablanca, en el lado opuesto de la bahía, y puso proa hacia EE.UU. En el secuestro murió un policía. Una semana más tarde, el 3 de agosto, otro grupo se apodderó de otra embarcación y se dirigió a la Florida. Antes de llegar a su destino, fue interceptada por un guardacostas norteamericano que ofreció a los pasajeros la posibilidad de pedir asilo en EE.UU. De ellos, 120 aceptaron, y la lancha raptada fue devuelta a Cuba.

Y así llegó el 5 de agosto, día en que se produciría un acontecimiento inconcebible hasta entonces en Cuba: la primera manifestación anticastrista en 35 años de dictadura. "Radio Bemba", esto es, el rumor popular, había comenzado a propalar que ese día sería secuestrada otra lancha y cientos de "pasajeros" se acumularon en los muelles de Luz y de Caballería -lugares desde donde salen las embarcaciones de transporte público para cruzar la bahía y llegar a Regla o a Casablanca-, con la esperanza de abordarla o abordarlas caso de ser más de una. Desde el secuestro anterior de las dos lanchas, la policía registraba minuciosamente a todos los viajeros, por lo que había que hacer colas interminables para atravesar la bahía. La gente incluso dormía en el paseo de la Alameda de Paula y en los parques aledaños para acceder de mañana a los muelles, pues durante la noche se interrumpía el servicio. Pero ese día, 5 de agosto, la concentración era multitudinaria. Millares y millares de personas cubrían los Elevados (puentes de hierro sobre los que circulan los trenes de carga) de la flota pesquera, las explanadas de los embarcaderos y la Avenida del Puerto hasta la entrada del túnel (que pasa por debajo del mar en la desembocadura de la bahía). Tan compacta era la muchedumbre que no se podía circular en bicicleta (medio de transporte casi único de los habaneros). Encima del muro del malecón se apiñaban jóvenes con patas de ranas dispuestos a tirarse al mar a la menor ocasión.

Aquella gigantesca afluencia de gente se debía también a que había "corrido la bola" de que ese día llegarían embarcaciones de la Florida a rescatar a familiares cubanos, como había ocurrido con el Mariel. Alertada, la policía vigilaba en camiones Sil soviéticos y frente a la aduana había paneles con guardias vestidos de civil. "Irónicamente -cuenta un testigo- pusieron dos o tres pipas para vender refrescos (agua con algún edulcorante), pues había personas que ya llevaban varios días allí durmiendo a la intemperie". Como pasaban las horas y nada ocurría, en su desesperación la gente abordó un remolcador atracado frente al ministerio de la Marina de Guerra. Mas el barco no tenía motor y tuvieron que abandonarlo. La policía cargó entonces contra los asaltantes del barco y comenzó a golpearlos. Pero, por primera vez, la gente no se arredró ni se dispersó sino que, por el contrario, se enfrentó a la policía y ésta tuvo que retirarse. Luego, sin que hubiera habido organización previa, sin ser dirigida por nadie, espontáneamente, la multitud marchó primero por la Avenida del Puerto, en la vieja Habana, y después por el Malecón.

Gritaban consignas contra el comunismo, contra el gobierno, contra Castro, y se decían entre sí "Se jodió esto", "Ahora sí ya se acabó el socialismo", "Se cayó Fidel", pero sobre todo coreaban a voz en cuello "¡Libertad! ¡Libertad!" Al pasar frente al Palacio del Turismo, en la Avenida del Puerto y la calle Cuba, comenzaron a "caerle" pedradas a las "guaguas" de turismo, objeto de su furia porque el turismo marcaba la diferencia entre una vida privilegiada y la miserable que ellos llevaban. En el camino se les unían más y más personas, que de espectadoras pasaban a ser manifestantes también. Seguramente en sus mentes y en sus corazones estaban presentes las manifestaciones multitudinarias que no mucho tiempo atrás habían barrido los regímenes comunistas de la Europa del Este. Quizás ellos podían hacer lo mismo, quizás ellos, manifestándose así, masivamente, podrían derrocar también a la dictadura castrista, que al cabo era una dictadura más. Si otras naciones lo habían conseguido, ¿por qué ellos no? Y continuaban avanzando por la ancha avenida del Malecón, con el mar a su derecha y a la izquierda otro mar de ventanas y balcones que se abrían y poblaban de gentes atónitas o solidarias que los veían pasar. En la bocacalle de Galiano estaba el hotel Deauville y los manifestantes rompieron sus vidrieras a pedradas. Otro tanto hicieron con las tiendas "dólar", enclavadas en los alrededores y en otras calles, pues la "despenalización" del dólar había traído un aumento considerable de las desigualdades entre los que tenían dólares y los que no. Había rabia en el pueblo por ello.

Al llegar al parque Maceo, donde se alza la estatua del libertador mulato de Cuba, y donde en la época de la dictadura de Batista los estudiantes se congregaban para marchar, por ese mismo Malecón o por la aledaña calle de San Lázaro, hacia el Palacio Presidencial, o ya aquí se enfrentaban a la gendarmería batistiana; aquí, donde un héroe muy popular de la revolución, Camilo Cienfuegos, fue herido por primera vez en su vida, chocaron los actuales manifestantes con la policía castrista. No disparó ésta a matar, pero sí cargó contra la multitud con porras, cabillas, tubos y otros objetos contundentes. No empleó sólo el gobierno a su policía, sino sobre todo a su mafia parapolicial, las denominadas Brigadas de Respuesta Rápida, que no son otra cosa que militares vestidos de paisano, una especie de SS nazi disfrazada de organización ciudadana. Los manifestantes se dispersaron entonces por esa zona central de La Habana, por las calles Belascoaín, la mencionada San Lázaro, Neptuno, el barrio de Colón, lanzando los mismos gritos contra la tiranía, pidiendo libertad y, como hemos visto, rompiendo algunas vidrieras de hoteles y de tiendas especiales para turistas. Pero 35 años atrás, el 1 de enero de 1959, algunos habaneros habían hecho lo mismo para acabar con los salones de juego que había en esos hoteles de lujo. Antes destruían el vicio, ahora en lugar de privilegios, un sitio turístico que los ofendía y humillaba. Como antaño, se trataba de un desagravio, o si se quiere una venganza.

La improvisada protesta llegaría a miles de manifestantes hacia el mediodía. Esta es la cantidad que dan The New York Times y France Press, pues la agencia oficial de noticias cubana Prensa Latina los calcula en unos cientos. Miles o cientos, lo real es que por primera vez en 35 años de castrismo se producía un acto de rebelión, ya que el único conato que hubo antes fue durante el episodio de la embajada del Perú, cuando una noche un grupo de ciudadanos avanzó por la bella Quinta Avenida de Miramar gritando "¡Abajo Fidel!" Pero entonces fue sólo un pequeño incidente aislado. Ahora se trataba de una manifestación en toda regla, como si el volcán que era -y sigue siendo- Cuba, hubiera por fin hecho erupción.

Un testigo presidencial me refirió lo siguiente: "Empiezo a subir por Lealtad y cuando llego a Neptuno, lo mismo. Estaban acabando con todas las tiendas área dólar de la zona. Lo único que escuchaba era una gran algarabía, ruidos de cristales rotos y gritos de ¡Libertad! y ¡Abajo Fidel! Sigo subiendo y llego al cuartel (estación de policía) de Zanja. Ahí estaban concentrados y a toda la policía se le veía temerosa. Muchos tienen parientes o viven en la zona del conflicto. Tenían bloqueada la calle. Uno parado al lado del otro con armas largas AKM, temiendo que la gente pudiera acercarse a la estación y lanzar cócteles molotov o piedras. Y se escuchaban gritos de candela, hay que darle candela a toda la Habana.

"En toda la zona del conflicto: los muelles, la Habana vieja y centro Habana, de Reina hasta el Malecón, y desde la Avenida del Puerto hasta Belascoaín, las calles estaban bloqueadas para los turistas con tanques de basura. Más de cien mil personas deben haber participado, aunque activamente sólo un 10 ó un 20%. Todas las cuadras se encontraban repletas de gente y para las 5 ó 6 de la tarde ya Fidel tenía controlada la situación con un despliegue inmenso de policías, tropas especiales, ejército, milicianos y contingentes. Durante varios días fue un mar de uniformes azules. Toda la zona estaba sitiada."

A la rebeldía sucedió la represión. Y, para darle legitimidad, Fidel Castro se presentó, horas después, en el lugar de los hechos. Según dijo, venía a recibir también su cuota de "balas y piedras". Recorrió algunas calles hasta el castillo de La Punta, al final del Paseo del Prado, y para la prensa, sobre todo extranjera, sin que le vacilara la vergüenza, dijo: "Lo importante es que el pueblo está librando esta batalla y por eso yo estoy junto al pueblo". Era el pueblo el que se había rebelado contra él, pero él, con esa capacidad para la demagogia que tiene, invertía los términos. No era de extrañar en "el gobernante más mentiroso del mundo", como lo había calificado Gorbachov.

En el enfrentamiento con las fuerzas represivas, había habido algunas decenas de heridos -no graves, y tampoco había habido muertos- y otras decenas de detenidos. Pero a la noche de ese día 5 de agosto de 1994 se desató la represión. Y se desató precisamente en circunscripciones populares de la ciudad. En el barrio de Colón, por ejemplo, fueron sacadas de sus casas personas sospechosas de haber participado en la manifestación o de haberse mostrado solidarias con ella. Para esta labor de delación apeló a los tristes Comités de Defensa de la Revolución, que denunciaron a participantes y simpatizantes de la revuelta. En un alarde de poder, componentes de las Brigadas de Respuesta Rápida, de los CDR y miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y, cómo no, policías con vestimentas civiles, capitaneados por el secretario general de la UJC, Juan Contino, efectuaron a la tarde una contramarcha por las mismas calles y lugares que los manifestantes habían transitado por la mañana, vociferando contra los "traidores", "vendepatrias" y "contrarrevolucionarios" y a favor de Fidel y la revolución. El corresponsal de El País, Mauricio Vicent, relataba así la airada respuesta castrista a la manifestación: "... el malecón y las calles de La Habana se llenaron de gente que, desplazada en autobuses y camiones por las organizaciones de masas cubanas o llegadas de centros de trabajo cercanos, recorrió la ciudad coreando consignas a favor de la revolución e insultando y agrediendo a quienes se manifestasen contra el Gobierno [énfasis mío]". Y en otro momento de su crónica: "... grupos de civiles armados con palos y tubos de metal, la mayoría miembros de los Destacamentos de Respuesta Rápida, recorrían las calles coreando consignas a favor de Fidel Castro".

Y en una noche que el periodista llama "caliente", barriadas populares como San Leopoldo y Cayo Hueso, que para la policía eran "problemáticas", "... fueron tomadas por tropas especiales armadas con fusiles, ametralladoras y pequeñas tanquetas". Por su parte, las turbas castristas estuvieron gritando y amenazando hasta la madrugada y no sólo "golpearon a aquellos que se manifestaron contra la revolución" (de nuevo el corresponsal de El País), sino también a los que "miraron mal a los manifestantes favorables a Castro". En realidad, más que una noche caliente parece haber sido una noche "de las cabillas de hierro", versión castrista de "la noche de los cuchillos largos" protagonizada por los nazis en Alemania en 1934. Y es que todos los fascismos se parecen y se calcan a sí mismos, aunque se llamen comunistas.

Personalmente, mi testigo puede contar esta anécdota sobre la represión: "Tuve un amigo que cayó preso por andar curioseando el 5 de agosto. Lo tuvieron preso una semana en la estación de policía que está al lado de la Oficina de Intereses Americana. Sin aseo personal, marchando desde que salía el sol hasta que se ponía en el patio, cantando el himno nacional y el del 26 de julio, y gritando consignas revolucionarias y dando vivas a la revolución y a Fidel. Desde que salió (de la estación) andaba con un pulóver con la foto del Che Guevara. Dice que no quería más problemas".

¿Por qué fracasó este brote de rebeldía, por qué no prosperó, por qué se extinguió tan velozmente? En primer lugar, por su espontaneidad, porque no tuvo la menor organización, ninguna dirección. Nació producto de una frustración (no poder irse del país) y de la rabia contra un abuso (la paliza que la policía intentó propinarle a los que se habían apoderado del remolcador sin motor). Esos fueron los detonantes; no hubo otros, como quiso hacer creer el gobierno y el propio Castro, quien declaró que la manifestación había sido "organizada". De haberlo sido, de haber estado preparada o coordinada él no habría podido reprimirla tan fácilmente, no la hubiese aplastado en un solo día. Otro hecho que contribuyó a su liquidación fue que no pudiera extenderse a otros barrios debido al aislamiento en que vive la población habanera y cubana en general. Como todos los medios de comunicación están controlados por el gobierno, éstos no dijeron ni una palabra de lo que estaba ocurriendo en el área central de la capital, no informaron en absoluto de las manifestaciones. Los habitantes de Miramar, por ejemplo (según me cuenta mi testigo) ignoraban lo que había ocurrido (o estaba ocurriendo) del otro lado de la ciudad, más allá del río Almendares. Y lo mismo les pasaría a los pobladores de la Víbora, el Cerro, Luyanó, no digamos a los de los "ultramarinos" pueblos de Regla y Guanabacoa. En una ciudad donde no hay transporte público vivir en distintos barrios es como vivir en países diferentes. Esto hizo que la protesta del 5 de agosto no se extendiera y benefició a Castro en su aplastamiento.

Pero hay un detalle interesante en esta ola de barbarie oficial: si hubo golpeados después de la manifestación es porque aún después de ocurrida hubo quienes se atrevieron a pronunciarse contra el gobierno o a mirar con desprecio a sus tropas de choque. Mi testigo me cuenta que "el día 19 de agosto, un día antes de lanzarme al mar, desde una azotea destruyeron los techos y parabrisas de dos autos estatales de una empresa sita en Aguiar y Obrapía".

Luego de aquel alarde de prepotencia callejera, Fidel Castro hizo funcionar rápidamente su válvula de escape. Por miedo a un nuevo brote de violencia, producido por la inconformidad reinante en el país, reprodujo lo que había hecho en 1981: permitir un éxodo masivo de cubanos, como el de Mariel, no obstante el enorme descrédito político que le acarrearía. Mil veces prefiere una mala imagen al peligro de una sublevación. Después de todo él no confiaba en ninguna ética -ni política ni moral- sino en las balas de sus fusiles. Y a la revuelta sucedió la fuga de miles de cubanos hacia EE.UU. en las más precarias embarcaciones que concebirse pueda: las balsas.

La revuelta contra Castro y los balseros: he aquí dos signos transparentes de la descomposición del régimen. Y aunque el primero, la revueelta, fue neutralizado por la represión y la subsiguiente fuga de los balseros, aquel hecho probó una cosa: que era posible la rebeldía, que se podían recorrer las calles de La Habana gritando consignas contra Fidel Castro y su fatal sistema. Por eso no es ocioso concluir este artículo suscribiendo el encendido mensaje que Mario Vargas Llosa dirigió a los millares de cubanos que el 5 de agosto de 1994 produjeron la primera rebelión popular contra Castro: "Estuvimos allí -escribía el escritor en su artículo no gratuitamente titulado '¡Con ustedes!'-, bajo el sol ígneo, desfilando y gritando en el Muelle de Luz, en el Castillo de la Fuerza, en el Malecón, salpicados por el agua de mar, gritando y desfilando, y enfrentando también nuestros puños a los palos y fierros de los matones y a las pistolas y metralletas de los centuriones y coreando también ¡Libertad! ¡Libertad! Hasta perder la voz en las barbas del tirano".


El hambre colapsó la paciencia»
Un testigo de la protesta popular de agosto de 1994 cuenta cómo vivió los sucesos en La Habana.

Miguel Cabrera Peña, Santiago de Chile
viernes 3 de agosto de 2007 6:00:00
CubaEncuentro en la Red
URL: http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/el-hambre-colapso-la-paciencia

Un cubano que hoy vive en Chile, ex militante del PCC y testigo de la protesta popular que en agosto de 1994 unos conocerían como el "Maleconazo" y otros como "el Habanazo", conversó con Encuentro en la Red. Antes, sin embargo, puso condiciones. Accedería a contar sus recuerdos si se le mantenía en el anonimato, sólo abordaría la realidad que vivió y no emitiría opiniones políticas salvo las que emanaran obviamente de los hechos.

Hay muchas versiones sobre cómo se inició la protesta. ¿Tiene idea sobre sus primeros momentos?

Creo que nadie sabe cómo se formó aquello. Lo único que te puedo decir es mi experiencia, lo que yo viví. Y esto a partir de que era vecino de una de las cuadras que estuvo en el centro de los acontecimientos. Recuerdo que una tarde llegaba del trabajo junto con el compañero que me traía en auto. En la esquina en que el Malecón se junta con el Parque Maceo, nos llamó mucho la atención que un general de división del Ministerio del Interior estuviera desviando el tránsito hacia San Lázaro, y cerrándolo al Malecón, en dirección al Morro.

Después que nos metimos por San Lázaro, teníamos que acercarnos a la zona del conflicto sin saber que existía tal conflicto. En el ambiente, sin embargo, había algo raro. En la calle San Lázaro estaba la gente en la puerta de las casas. Todo el mundo a la expectativa. Algo estaba pasando y no era bueno, pero no sabíamos qué era en realidad.

A medida que me acercaba a mi casa, me fui dando cuenta de que el problema tenía el centro prácticamente a cien metros de donde yo vivía. Ya iba a pie, pues me bajé tres cuadras antes para evitar poner en peligro a mi amigo, que podía ser agredido dentro del auto.

Según presuntos testigos, la protesta ocupó casi todo Centro Habana.

Yo te cuento lo que vi.

Había una masa tremenda en la misma esquina de Galiano con Trocadero, a unos metros escasos del hotel Deauville. Este conglomerado estaba gritando cosas contra la revolución, por ejemplo, gritaban "Libertad", "Libertad", "Libertad", "Abajo Fidel" y otras cosas. Carro patrullero que se acercara… desde las azoteas y balcones de las casas les tiraban piedras y botellas. Quiero decirte que no solamente era el enorme grupo de gente en la calle. Los vecinos de los alrededores participaban, y con carácter protagónico.

¿Algún suceso puntual?

En la cuadra de mi casa vi cómo corretearon a un policía. Primero le quitaron los zapatos, y luego la gorra, la pistola y poco menos que lo arrastran. Hubo que intervenir para que no fueran a golpearlo de gravedad y matarlo. No tenía ningún sentido que hicieran eso.

Fueron los mismos vecinos los que intervinieron, pero tampoco puede decirse que hicieron frente a las personas que estaban persiguiendo al policía. Simplemente evitaron que el mal fuera mayor, y lo metieron en una casa. Pensaron quizá que estas revueltas se prestan para venganzas personales o de otra índole.

Conclusión: había pasado una hora y se mantenía el escándalo, la gritería, la violencia. Era un acto al que se iba sumando gente. Te repito que en medio de todo aquello seguían llenos balcones y azoteas, esperando para ver en qué acababa.

Esta espera para observar qué pasaría, ¿indicaba falta de organización, de liderazgo?

Mira, me he preguntado por qué había un tumulto tan grande en Galiano y Trocadero. Parece que en mi barrio todo comenzó allí. En esa esquina no hay nada simbólico, nada que pueda tomarse como un emblema de la revolución. Al parecer, el inicio fue espontáneo, pero se fueron sumando centenares de personas. La falta de organización facilitó que la protesta se disolviera con bastante rapidez.

Podría decirte que la decisión de aquella gente me asombró. Estaban agresivos, enardecidos, no sé, cabrones, violentos, enrabiados, por llamarlo de alguna manera.

Esa misma noche me contaron que tres carros patrulleros en la calle Concordia no querían acercarse a la mole, y llegó un capitán y les gritó: "vamos pa'llá", o sea, para arriba de la masa. Y los otros policías respondieron: "no, nosotros no vamos pa'llá jefe, porque nos van a matar ahí".

Y realmente estaba difícil la cosa. Un vecino que es persona seria, me contó que en la calle Manrique agredieron a un general de las FAR, que probablemente pasaba por allí. Al ver lo que sucedía, el escolta, que era el mismo chofer, tuvo que abrir el maletero, sacar un fusil AK y disparar al aire. Sucedieron muchas cosas, pero uno no puede estar en varios lugares a la vez.

¿Es verdad que bastó con el arribo de los trabajadores del contingente Blas Roca para que todo acabara?

Por lo que yo sé, sí. La solución que halló el gobierno fue traer camiones con tropas especiales que usaban pulóveres del contingente Blas Roca. Se bajaron con palos en las manos y le fueron arriba a la masa, y ésta se desperdigó por toda la calle Galiano, a la derecha y a la izquierda. Entonces se incrementaron las roturas de vidrieras y los robos. A poco, se disolvió la protesta. Esos fueron los hechos, a grandes rasgos.

¿Lograste comprobar, como dijo la propaganda del gobierno, que la mayoría de aquellas personas eran delincuentes?

A mi juicio, se intentó convencer a la ciudadanía de que quienes participaron eran vándalos, sin ley, saqueadores que fueron a romper vidrieras y robar, etcétera. Esa imagen no fue real. Muchos eran vecinos del barrio, obreros, individuos y mujeres, de esos que uno ve todos los días ir al trabajo y regresar, salir con sus hijos los domingos, y que uno se encuentra a cada rato en la bodega, en la cola del pan, de la leche, y al final los saludaba por la constante coincidencia.

No recuerdo haber escuchado gritos propios de delincuentes. Lo que escuché fue 'Abajo Fidel' y 'Libertad', etcétera. Pero eso no fue lo que la prensa cubana dio a entender, algo, además, lógico. Tú sabes como son las cosas en Cuba. Ellos no van a reconocer que hubo una situación tan fuerte como aquella, que nunca en décadas se produjo una protesta así. Por supuesto que algunos delincuentes se introdujeron entre la muchedumbre, pero no la determinaron, no decidieron su carácter.

Tengo entendido que el gobierno indagó entre los militantes del barrio por las causas del levantamiento.

Efectivamente. Después de la protesta se convocaron reuniones de núcleos del Partido en el barrio. El objetivo era ver retrospectivamente qué había pasado, dónde había fallado el régimen, pues en aquellas horas se vieron totalmente sobrepasados. Fueron minutos en que perdieron el poder.

Te diré, en mi opinión, cuál fue el origen de lo sucedido, pues justamente a mi me citaron para una de esas reuniones, que tuvo como escenario un local en la calle Blanco, entre Virtudes y Ánimas. El ideólogo del partido municipal comenzó allí a hacerles señalamientos a los viejos —porque casi todos estos militantes zonales son viejos—: "¿Y tú dónde estabas cuando ocurrió la protesta? ¿Y tú dónde estabas, y tú… y tú…?". El tipo tenía a todo el mundo contra la pared. Estos viejos a lo mejor estaban metidos en sus casas y se enteraron después. No tenían responsabilidad alguna.

Y a usted le preguntaron, porque imagino que era parte del núcleo…

Ahí, claro, tuve que hablar. Tú sabes como son las cosas. Todo el mundo tratando de lavarse las manos en medio de todo aquello. Y yo le digo al tipo: 'oye, eso no es así. Porque yo podría preguntarte ahora dónde tú estabas, pero no el día en que se dio la protesta, sino dónde tú estabas hace 30 días atrás, desde que la leche está llegando cortada al barrio; desde que no viene carne, ni pescado, ni picadillo, ni masa cárnica; desde que no viene nada a la bodega. En este barrio lo que la gente tiene es un hambre del carajo pa'rriba, porque hay un desabastecimiento tremendo'.

El tipo se quedó callao, y seguí: 'Y yo no sé si es porque no están las cosas, o es porque no llegan o es por negligencia de ustedes. ¿Dónde ustedes estaban con esta situación? Ustedes fueron los que provocaron la protesta'.

¿Y no hubo represalia?

Contra mi, no. Pienso que al menos entre la cúpula del Partido ya se manejaban las mismas ideas que yo expuse.

Hay que recordar que todo esto se da dentro del Período Especial más duro, de la reducción del abastecimiento y en el contexto de otros sucesos, como el hundimiento del remolcador 13 de marzo, secuestros de embarcaciones y salidas ilegales del país. Lo que ocurrió el 5 de agosto fue el resultado de una gran negligencia en toda esa zona, y trajo sus consecuencias. Quizá sucedió también en otras partes, pero nunca se supo. En Centro Habana colapsó la paciencia a causa del hambre, y eso sí trae problemas.

Unos pocos días después, Raúl Castro dijo que los frijoles eran más importantes que los fusiles.

Área marcada por las fuerzas represivas, ¿no se realizaron actos de intimidación o de vigilancia especial?

De hecho, hasta semanas posteriores se veía pasar por el barrio un tipo de jeep Gaz-69, de los antiguos soviéticos, que antes tenían capotas, pero ahora iban descapotados y preparados como especie de carrito antimotín, o cosa así. Y era frecuente el paso, de manera que la gente supiera que había presencia y preocupación, que la autoridad estaba alerta. Los días inmediatos a la manifestación sí fue multitudinaria la presencia de policías y miembros de la Brigadas de Respuesta Rápida, etcétera. Los detenidos debieron sumar miles.

Para muchos, la presencia de Fidel Castro junto a miembros del gobierno decidió el fin de la protesta.

Sí, eso se aceptó y escribió. Creo que ese mismo día en las noticias salieron el Comandante, Roberto Robaina y otros por el Paseo del Prado. Se decía en los noticieros que ellos defendieron la calle, que demostraron cómo la revolución tomaba las calles.

Pero la verdad es que no caminaron por donde fue el problema. Recorrieron otra área, por donde había más control. Porque a la parte de acá, donde verdaderamente sucedieron los hechos, no llegaron. Quedó la imagen de que fueron allí, pero no fue así.

Ellos no estuvieron en el problema, porque todo aquello estaba muy malo, muy fuerte.


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"EL MALECONAZO". Por: Iliana Curra
Fuente: Cuba Democracia y Vida

Pero el “Maleconazo” fue un espantoso grito desde la oscuridad. Un descubrimiento interno de cada joven de encontrar la libertad que no había conocido desde que nació Fue el escape de la desesperación permanente dentro de cada cubano reprimido. Es una lástima que no supimos encausarlo debidamente. Nos faltó nivel de convocatoria, espontaneidad y experiencia política...No obstante, otro “maleconazo” todavía pudiera estar pendiente.

Una tensa situación en la isla provocada por el hundimiento del remolcador “13 de Marzo” y el continuo secuestro de lanchas de pasajeros que cubrían viajes entre el ultramarino pueblo de Regla y La Habana, terminó en una manifestación espontánea y violenta por parte de jóvenes que, cansados de soportar al régimen castrista, se lanzaron a las calles habaneras para demostrar sin reparos la frustración que los ahogaba.

Fue el 5 de agosto de 1994. Un verano caliente con los acostumbrados apagones. Hacían ya 14 años del masivo éxodo del Mariel, y la presión política y social estaba a tope nuevamente. Se desbordaba.

El secuestro de una lancha de pasajeros fue la primera chispa que brotó para activar en la población el deseo de abandonar el “paraíso” de Fidel Castro. Los “hombres nuevos” formados por la revolución, siempre con su mirada al norte, abrigaban la esperanza de la huída. No importa cómo, ni en qué condiciones. La cosa era huir de la patria que nunca les proveyó libertad.

La serie de secuestros de las naves marítimas animó a la gran mayoría descontenta de la isla, especialmente en la capital, y una concentración en el área del malecón no se hizo esperar. El rumor de un éxodo era suficiente para que los ánimos se caldearan y la adrenalina brotara por los poros. Parafraseando al escritor pro castrista, Lisandro Otero, se rebosó “la justa cólera de los martirizados”.

La policía política, tratando de controlar a las delirantes masas que se estacionaban en el área, intentó desviarlas, y con sus perpetuas culpas al imperio, pretendió inútilmente encaminarlas frente a la Sección de Intereses de los Estados Unidos.

Pero las cosas no le salieron bien esta vez. La manipulación no fue posible, y la juventud, enardecida y violenta, arremetió contra todo lo que significaba desigualdad social. Los cristales del hotel Douville y de cuantas tiendas que vendían en dólares en la céntrica Habana fueron destruidas en cuestión de pocas horas. Las calles fueron tomadas por jóvenes y adolescentes que, ansiosos de libertad para expresarse, hicieron barricadas con los contenedores de la basura, y de los viejos edificios tomaban pedazos de repellos que servían como proyectiles para lanzar contra la policía que los reprimía brutalmente. Los arrestos fueron masivos y La Habana se convirtió en un caos.

Llegué al área del Malecón cuando aún quedaban brotes de protestas. Unos muchachos del barrio que habían participado en ellas me comunicaron lo que estaba sucediendo, y sin pensarlo dos veces, me dirigí en mi bicicleta china al área del conflicto.
Era algo parecido a una película. Nunca antes había visto tanta exaltación en la gente. Mucho menos un enfrentamiento masivo contra las fuerzas represivas de un régimen que aplasta todas las libertades civiles del pueblo cubano. Pude ver a innumerables jóvenes esposados y conducidos por grandes cantidades de policías que, al pasar cerca de los balcones de edificios aledaños, eran confrontados por otros muchachos que les gritaban: “¡asesinos!”, “¡esbirros!”, y la frase más coreada era: “¡libertad!”, “¡libertad!”. Era como el desahogo masivo de gentes que por años guardaban dentro de sí el enorme deseo de ser libres. Una libertad que nunca habían conocido.

La represión no se hizo esperar, y el régimen lanzó a las calles turbas paramilitares compuestas por la brigada Blas Roca Calderío, constructores devenidos en porristas de un sistema que los explotaba al máximo en su trabajo.

Los agentes de la Seguridad del Estado, vestidos de civil, aparecieron fotografiados en periódicos internacionales con sendas armas apuntando a la población indefensa. La policía pateó a cuanto joven capturaba y los disparos de sus pistolas intentaban controlar una situación que hubiera sido el final de una dictadura que se resiste a perder el poder aunque tenga que masacrar a todo un pueblo.

Jeeps de asaltos con ametralladoras de 70mm recorrieron las calles habaneras, incluyendo barrios lejanos al Malecón. Esta demostración de fuerza y clara amenaza contra la población no me dejó dudas de que dispararían en el momento en que llegara la orden por parte de la alta jerarquía de la tiranía. Más aún, la orden estaba dada.

Miles de jóvenes fueron encarcelados en prisiones de extremo rigor como Kilo 8 en Camagüey, y la represión se acrecentó al máximo contra los opositores pacíficos, culpándolos del desorden creado en una Habana enardecida y caliente. Los arrestos fueron masivos y apenas muy pocos quedaron en la calle para denunciar lo que sucedía. Las líneas de teléfonos al exterior fueron interrumpidas y solo las imágenes de periodistas acreditados en la isla pudieron ser vistas por ojos espantados de cubanos en el exilio que carecían de la información necesaria.

El resultado fue, una alta cifra de prisioneros, innumerables arrestos y una válvula de escape llamada éxodo masivo que inundó las aguas del norte de La Habana, teniendo que ser desviado hacia la Base Naval de Guantánamo por guardacostas norteamericanos hasta su posterior pacto migratorio que determinaría quién tiene los pies secos o mojados. Castro “limpió” el campo y muchos de los opositores que nos quedamos fuimos a parar a prisión poco tiempo después.

Pero el “Maleconazo” fue un espantoso grito desde la oscuridad. Un descubrimiento interno de cada joven de encontrar la libertad que no había conocido desde que nació Fue el escape de la desesperación permanente dentro de cada cubano reprimido. Es una lástima que no supimos encausarlo debidamente. Nos faltó nivel de convocatoria, espontaneidad y experiencia política...No obstante, otro “maleconazo” todavía pudiera estar pendiente.


Ileana Curra

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A 10 años del maleconazo
Oscar Mario González, Grupo Decoro

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Parece que fue ayer cuando el pavimento del Malecón se estremecía al paso de una multitud frenética que, al grito de ¡libertad! hacía temblar a uno de los regímenes más represivos de la historia.

Los hechos del 5 de agosto de 1994, en el que miles de cubanos tomaban el Malecón y se proyectaban hacia otras calles aledañas, marcaron el hito en la lucha popular contra los regímenes totalitarios de corte marxista.

Nunca antes había tenido lugar un gesto de rebeldía y desobediencia contra un gobierno comunista encabezado por su líder histórico, por su caudillo natural. La lucha frontal, ya sea violenta o cívica que han enfrentado tales regímenes ha tenido lugar en los inicios del proceso, antes de su consolidación. Luego que los pueblos son abatidos y pisoteados por la bota comunista, sólo les queda aplaudir al caudillo y participar de mil maneras distintas en el sostenimiento del poder político. El hombre entonces desciende en la escala humana hasta límites tan bajos, que siendo reprimido es a su vez agente de la represión. El hombre convertido en masa uniforme y moldeado por los artesanos de la mentira, anda con su fardo de vileza a cuestas, como agente de envilecimiento cuya presencia corroe, contamina, enferma, mata.

Y cuando decimos que el maleconazo sentó un precedente de lucha nunca antes visto no nos anima un sentimiento de estrecho nacionalismo. Puede volar el recuerdo hacia las siniestras figuras de Stalin, Mao Tse Tung, Kim Il Il Sung u Ho-Chi-Minh. En ningún caso tuvieron que salir a reprimir una manifestación luego de doblegar a sus pueblos. Los ejemplos de Europa del Este no son representativos. Estos países fueron llevados al comunismo por la fuerza militar extranjera y, por carecer de un proceso político autóctono, no contaban con líderes legítimos. Algo más, excepto los países comunistas asiáticos, en ningún país europeo del ex campo socialista incluyendo a la Unión Soviética, el comunismo fue tan represivo y absorbente luego de su consolidación como lo ha sido en Cuba.

Pero lo más interesante de los sucesos del 5 de agosto es que tuvieron la grandeza de la espontaneidad. El maleconazo no fue premeditado por nada ni nadie. Nadie lo organizó, y sorprendió tanto al pueblo no participante como al gobierno. Es una falacia argumentar que los hechos fueron conculcados. El propio desenvolvimiento de los mismos, sus motivos detonantes y la manera en que fueron reprimidos evidencian lo libre y espontáneo del gesto.

Tuvieron, sí, sobradas razones y bien justificadas causas. Treinta y cinco años bajo un poder totalitario es suficiente razón para anhelar romper las cadenas que atan a la peor forma de esclavitud moderna.

Porque el hombre intuye la necesidad de ser libre aún sin ayuda de la razón, aunque no lo diga y ni siquiera lo piense. He aquí el motivo, las verdaderas causas. Por ello los sucesos del 5 de agosto no necesitaron una concepción y organización previas. Brotaron con la naturalidad y espontaneidad con que brota la semilla en suelo abonado, y con la celeridad con la cual el trueno sucede al relámpago.

Fue una jornada de gloria y orgullo que se inscribe con lenguaje de dignidad y decoro en los anales de nuestra historia. Los hombres que aquel día desafiaron a las autoridades y a las fuerzas paramilitares cubiertas con el falso manto de contingentes obreros escribieron, sin proponérselo, una página de gloria y de inolvidable heroísmo.

No eran lúmpens, ni vagos, ni antisociales y ni acaso contrarrevolucionarios como se ha querido denigrarlos. Eran los mismos cubanos que diariamente vemos en las colas, en los camellos asfixiantes, en las paradas de las guaguas; los que se hacinan en una incómoda barbacoa y se agotan en el estrecho e insalubre solar. A los que se les ha matado la esperanza y conculcado los sueños; los que con el diario sufrir han olvidado el ejercicio de reír y cantar; los que lloran por dentro sin lágrimas en los ojos porque de tanto sufrir se han secado sus fuentes de llanto. No eran gerentes, ni generales, ni coroneles, ni científicos, ni dirigentes, ni representantes del periodismo o del arte y la cultura oficialistas Eran cubanos simples. Cubanos de desayunos de azúcar prieta y una sola comida en todo el día. De ésos que no tienen acceso al Havana Club y se conforman con el ron barato, y que por no tener un pulóver a la moda se visten con la ropa reciclada. Jóvenes que en algunos casos se niegan a trabajarle al gobierno por sueldos miserables, y a los que les resulta indiferente la acreditación revolucionaria. Eran, en fin, esos hombres nuevos nacidos en la revolución, que por ser tales, se niegan a llevar el yugo del totalitarismo.

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Disturbios en el malecon de La Habana
La Opinion. Los Angeles, Calif.: Aug 6, 1994. Vol. 68, Iss. 325; pg. 1A

LA HABANA, 5 de agosto. -- Un brusco estallido social, marcado por violentos incidentes entre manifestantes y policías, que dejaron varios heridos graves, sacudió el viernes por la tarde los alrededores del malecón y varias calles del centro de La Habana, según comprobaron testigos y periodistas en el lugar.

Ante los disturbios en el malecón de La Habana, el presidente cubano Fidel Castro amenazó hoy con dejar que los exiliados cubanos puedan irse de la isla sin restricciones por primera ocasión desde el éxodo del Mariel que inundó a Estados Unidos con refugiados.

"Esta situación no puede seguir sucediendo", dijo. "O ellos toman medidas serias para cuidar sus costas o entonces nosotros dejaremos de obstaculizar la salida de quienes quieran marcharse del país y dejaremos de obstaculizar la venida de los que quieran buscar parientes aquí", precisó el gobernante cubano.

"No podemos seguir cuidando las costas de los Estados Unidos", afirmó.

En un desusado brote de disturbios políticos, manifestantes chocaron hoy con la policía y partidarios del gobierno en le malecón y zona hotelera de La Habana luego de una serie de secuestros de embarcaciones por personas que trataban de huir de Cuba.

Los incidentes se iniciaron cuando una gran cantidad de policías, que prohibían el acceso al muelle donde se realiza el tráfico marítimo dentro de la bahía, trató de desalojar el malecón.

A gritos de "basta ya" y "libertad, libertad", decenas de opositores armados de palos y piedras se enfrentaron con simpatizantes del régimen en la zona entre el Parque Maceo y el Paseo de Paula. Según algunas versiones, se escucharon disparos, pero no pudo determinarse de qué bando procedieron.

Siguieron golpes, lanzamientos de piedras y bastonazos de la policía.

Varios centenares de obreros de elite del contingente Blas Roca, considerado por el gobierno como la columna dorsal de la clase obrera, llegaron al lugar a bordo de camiones y empezaron a dispersar a la muchedumbre con bastones.

Los policías dispararon al aire al comienzo de los incidentes. Un fotógrafo de la AFP pudo ver disparos de la policia y a una manifestante herida por bala en el pecho, socorrida por amigos, cerca del hotel Deauville, al borde del malecón.

Corriendo hacia las calles del centro y de La Habana Vieja, centenares de manifestantes atacaron establecimientos comerciales, rompiendo vitrinas especialmente en las calles Galliano y Neptuno. Según un testigo, un grupo de más de doscientas personas gritaba, en la calle Galliano, "libertad, libertad".

El hotel Deauville, situado en medio de una de las zonas donde los enfrentamientos fueron los más violentos, quedó con todos sus ventanales destruidos.

El presidente Fidel Castro recorrió el área luego de los enfrentamientos y elogió a los grupos pro gubernamentales que combatieron contra los manifestantes, informó la agencia noticiosa estatal cubana Prensa Latina.

Castro señaló que los disturbios "son algo que se había venido organizando y el gobierno de Estados Unidos tiene una gran responsabilidad en esto".

Castro dijo a los periodistas que lo acompañaron que los secuestradores habían matado a dos policías para apoderarse de un transbordador el jueves por la noche, pero la agencia no dio mayores detalles sobre el incidente.

Castro no indicó cómo fueron atacados los agentes, pero dijo que el barco se encuentra ahora en alta mar, rodeado por naves cubanas que han recibido instrucciones de no acercarse para evitar mayores incidentes.

El Presidente cubano sugirió que otras manifestaciones serán confrontadas por brigadas de acción rápida.

La Guardia Costera de Estados Unidos dijo que no había información sobre los últimos dos botes que se informó zarparon.

NOTIMEX dijo que varias al parecer fueron detenidas, pero no hubo informe oficial sobre arrestos o heridos.

Prensa Latina dijo que tiendas y hoteles fueron igualmente atacados, y que "miles de trabajadores habaneros salieron a las calles para hacer frente a los provocadores y mostrar su apoyo a la revolución".

Muchos cubanos, limitados a una escasa dieta, no ven con buenos ojos la existencia de tiendas de dólares solamente en algunos hoteles de lujo donde incluso el jabón y alimentos sencillos pueden ser demasiado costosos para la mayoría de la población.

El enfrentamiento tuvo lugar un día después de que el Parlamento cubano aprobara una amplia serie de impuestos, la mayor en veinticinco años, para tratar de enfrentar la grave crisis económica desatada en Cuba por el derrumbe de la Unión Soviética, principal aliado del gobierno revolucionario de Cuba por más de treinta años.

Los intentos por huir de la isla están en su nivel más alto en años, presuntamente debido a la crisis económica.

Castro dijo al Parlamento la semana pasada que la cosecha de azúcar sólo iba a ser de unos cuatro millones de toneladas métricas, una baja de 200 mil toneladas de la cosecha del año pasado, que fue considerada un desastre.

Prensa Latina dijo hoy que la Asamblea Nacional aprobó una nueva y amplia ley de impuestos, veintisiete años después de que el gobierno comunista aboliera la mayoría de los impuestos. La mayor parte de estos no cobrarán vigencia hasta 1995.

La nueva ley parece autorizar un impuesto a los ingresos, aunque Castro había dicho que no se esperaba tener que llegar a implantarlo.

La ley impondría un 2% de impuesto a la vivienda, embarcaciones y granjas, al igual que una cuota no especificada a ganancias, ventas, servicios públicos, algunas propiedades, transporte terrestre, herencias, trabajo y uso de recursos naturales.

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CUBANS LOSING THEIR FEAR OF CASTRO LONG-QUIET PEOPLE VENTING THEIR ANGER
DON MELVIN Staff Writer. Sun Sentinel. Fort Lauderdale: Aug 14, 1994. pg. 1.A

SOURCE LINE Update on Cuba. Broward, 523-5463; S. Palm Beach, 496-5463; Dade, 866-5463. Enter category6114

The dark blue sea, arcing gently into central Havana, is skirted by the Malecon, an oceanfront boulevard atop a seawall.

If money could be found to restore the tumbling old stone buildings that line the Malecon, Havana would rank among the most picturesque waterfront cities in the world. Perhaps it does anyway.

Most nights - especially in the heat of the summer - thousands of people mill along the boulevard, killing time, conversing, trying to draw serenity from the sea.

Nine days ago, however, the emotion on the Malecon was anger. Thousands of Cubans erupted in the most vocal and violent opposition ever seen in the 35 years of President Fidel Castro's government.

The basic facts have been reported before: Protesters shouted anti-Castro slogans and pleas for liberty. Some threw stones at police, smashed hotel windows and looted shops. Authorities responded with a massive display of force to restore order.

But individual dramas made up the bigger one. Long-quiet people finally erupted in rage. Others stayed inside - but were arrested or later beaten anyway for past activism. Castro had to mobilize civilian anti-riot brigades - and perhaps had to coerce some members to do their jobs.

Did this outbreak mark the beginning of a new Cuban revolution? And why now? Why did the anger erupt this year, when it never has before?

Many anti-Castro activists in Havana agree on two things: First, Castro's government seems firmly in control through military might and is not in danger of falling soon. But, second, the Cuban people may have broken through an important psychological barrier.

"People have been frightened for so long that, now, they are no longer afraid of fear," said Jesus Janez Pelletier, vice president of the Cuban Committee for Human Rights.

It all began with a trivial event - the regularly scheduled departure of a cross-harbor ferryboat.

But three of the ferries had been hijacked in the past month. One was rammed - accidentally, Castro said - by a pursuing gunboat, killing 42 would-be refugees. The other boats made it safely to international waters, where the U.S. Coast Guard took off those who wanted to go to the United States.

On the Friday of the riot, the most recent hijacking was fresh in the minds of those on the Malecon. Rumors had swept the city that boats were going to be allowed to go to the United States.

Jesus Yanez, 42, a computer technician, was at the waterfront to take a friend's daughter to a clinic. He saw a ferry leave on its short trip to Regla, a suburb across the narrow inlet to Havana bay.

"The Malecon was practically empty," Yanez said. "But as soon as this launch went out, young people came from everywhere, jumping into the sea, trying to reach the launch."

The ferry pulled away and the would-be hijackers were left treading water in the bay. On land, the Malecon filled with people, angrily milling about.

Yanez slipped away toward his home.

More than a dozen other witnesses said the crowd kept growing, and kept getting angrier. A group of people started shouting that the Castro brothers should leave, rather than the people of Cuba.

A police boat arrived and its crew tossed life preservers to the people in the water. About 25 swimmers were fished from the bay, arrested and loaded into a police truck.

Members of the crowd began shouting that police should release the prisoners. Some tried to turn the truck over, but failed. The truck, its prisoners inside, was driven off.

The crowd became enraged.

Dayami Castillo happened upon the disturbance while riding her motorbike. She saw hundreds or more rampaging, shouting "Liberty!" and "Freedom!" The windows of the Deauville Hotel on the waterfront were smashed. Nearby stores were looted. Castillo had a camera with her. She began to take pictures.

From her apartment window overlooking the Malecon, Gladys Gonzalez saw chaos.

"I heard people shouting `Liberty! Liberty!'" she said.

Gonzalez, 41, watched as the battle raged for several hours. Police tried to push the crowd off the Malecon. People fled up side streets, only to reappear at a different point on the seafront boulevard.

Several police cars were overturned. Windows of other patrol cars were smashed with stones, Gonzalez said. Suddenly - Gonzalez doesn't know why - the crowd surged west on the Malecon.

They surged toward Ana.

Ana, 46, would not give her last name, but said she was returning home from a grocery store. She heard a man screaming for people loyal to the government to help put down the riot.

Something inside Ana snapped. She decided to take to the streets - to join the riot, not to quell it.

"Mom, don't go," her son begged. "I know the way you are."

She left nonetheless. When she arrived at the Malecon, she found herself screaming at a soldier: "If this is a democratic country, why can't people express their ideas?"

Then she saw something that disturbed her even more. About 200 members of the Blas Roca Brigade - the construction workers loyal to the government - were stationed near the offices of the U.S. Interests Section. They were armed with knives, chains, cables and clubs.

Ana saw the crowd rushing in that direction; she thinks they were being herded into an ambush.

She tried to run toward the Malecon to warn the crowd to turn back, but she was caught, pummeled and arrested. Later, she was released and told to stay in her house.

About 7 p.m., as the riot raged, "Fidel did one of those unexpected things that he does. He just appeared right on the Malecon at the hottest moment," said Nestor Baguer, an independent anti-Castro journalist.

Through her windows, Gonzalez saw Castro arrive in a jeep. He stepped out and began to walk the streets amid the chaotic crowd.

Castillo, the woman on the motorbike, heard him shout: "Everybody who wants to go, go! I will not stop you!" He was rewarded with a few "Viva Fidel!" shouts from some in the crowd.

By now, the riot was quieting. With many arrests and much force, it had been brought under control.

Castillo was briefly arrested. The film from her camera was confiscated.

Gonzalez, who had watched from her window, was placed under house arrest. It did not matter that she did not venture outside to the riot; she is president of the Association for Free Arts, which presses for freedom, and therefore is a target.

Similarly, Pelletier, the human-rights activist, avoided the rioting for fear of arrest. The next day, as he walked outside, he was clubbed from behind and knocked unconscious.

Ana went back home.

Cubans disagree over whether new demonstrations will follow.

Protesters tried to gather again the next day, but the Malecon was heavily guarded and people could not assemble.

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35 injured in Havana clashes; [FINAL Edition]
The Gazette. Montreal, Que.:
Aug 8, 1994. pg. B.1.BRE
Credit: Reuters

HAVANA - Thirty-five people were injured in the street clashes in Havana last Friday in which groups of people throwing stones clashed with police, the Sunday newspaper Juventud Rebelde said.

The clashes Friday along a stretch of Havana's Malecon sea-front drive were the most serious disturbances to hit the Cuban capital in decades.

Juventud Rebelde - the youth Communist weekly - also said that "important groups" of those involved in the unrest are in detention, and will be tried and punished with severity, but did not give a figure.

President Fidel Castro has blamed the unrest on the United States, saying it wants to create disorder in Cuba and dubbing those involved in the clashes Washington's "fifth column" - Cubans who are against the revolution.

In Washington, the Clinton administration voiced its support for a peaceful transition to democracy in Cuba.

Juventud Rebelde did not give details of the injuries among protesters Friday, although it published accounts of some of the injuries suffered by police and other law enforcement members.

Police fired during the disturbances, and according to the newspaper material damages was slight - 18 broken windows and looting from three shop windows.

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Protesters Battle Police in Havana; Castro Warns U.S.
New York Times. (Late Edition (East Coast)). New York, N.Y.: Aug 6, 1994. pg. 1.2
Abstract (Summary)
AP

In a rare display of political unrest, protesters clashed today with the police and Government supporters on the Havana waterfront and in the hotel zone after a series of boat hijackings by people trying to flee Cuba.

Demonstrators shouting anti-Government slogans confronted Communist Party militants in several places along the waterfront and in the hotel zone shortly after noon today. The Mexican news agency Notimex said the violence apparently erupted when police officers enforced security measures to stop people from stealing boats to flee.

Some people were apparently arrested, but there were no official reports of arrests or injuries, Notimex said.

The official Cuban Government news agency, Prensa Latina, said stores and hotels were attacked and "thousands of Havana workers entered the streets to confront the provocateurs and show their support for the revolution." Increasing Privation

Struggling on skimpy rations, many Cubans resent the dollar-only stores in some luxury hotels where even soap and simple foods can be too expensive for most citizens.

Mr. Castro also said that hijackers had killed two policemen to seize a ferryboat to flee Cuba on Thursday night, but the agency gave no further details about that incident.

In his remarks, the Cuban President appeared to be threatening a renewal of the Mariel exodus, when Cuba dropped all restrictions on departures and 120,000 people fled to the United States within a few months, causing massive problems for United States officials.

He said the riots were "something that had been organized for a while and the Government of the United States has a great responsibility in this."

The United States grants automatic asylum to any Cuban who reaches its shores. Retaliation Threatened

Mr. Castro hinted that any further protests would be confronted by the so-called "rapid action brigades" organized by local party committees.

"I believe that for this battle, the masses must be unleashed, because they fear the masses," Mr. Castro said of the protesters.

A Cuban reporter reached by telephone said several hundred people were involved and the clashes involved sticks and stones. Notimex reported that hundreds ran for cover when they heard what sounded like gunshots.

The Cuban reporter said he had seen hundreds of Cubans gathered on Havana's Malecon waterfront this morning to shout "Adios!" and wave at a small ferry that headed out to sea toward Florida. New Taxes Imposed

At least three Havana harbor ferries in the last 10 days have been hijacked by departing refugees. Cuba blames the United States for strictly limiting visas while granting exile to people who leave the island illegally.

Notimex said ferry service was suspended this morning and that the police imposed tight security along the harbor.

Efforts to flee the island are at their highest level in years, apparently because of an economic crisis caused by the loss of aid from the former Soviet Union and socialist backers in Europe as well as a United States trade embargo.

On Thursday, Cuba's Parliament approved the most sweeping series of taxes in a quarter century.

The law would impose a 2 percent tax on housing, boats and farms, as well as undisclosed fees on profits, sales and other items.

The Communist Government abolished most taxes 27 years ago, and services have been financed largely out of profits of state companies.

1 comment:

GaviotaZalas said...

Buena recopilación, cada vez q leo algo similar me hago la misma pregunta ¿ y yo dónde estaba?- en la cola del picadillo de soya seguro!!! saludos